SORPRÉNDEME

. 26 jun 2008

Gordas y broncíneas, las esculturas de Manolo Valdés se han aposentado en Independencia, recordándonos a los exposaturados zaragozanos que el mundo no se acaba en Ranillas, que hay una ciudad que sigue viviendo y gozando y sudando en sus centenarias, recalentadas y prosaicas calles.




Dicen que somos animales de costumbres, casi tanto como los perros, y que tendemos a hacer los mismos trayectos con los mismos rituales cada día. Lo han comprobado hace poco con un experimento sociológico haciendo un seguimiento de teléfonos móviles. Hace un tiempo, la directora de una unidad de trastornos del sueño me ilustró en una entrevista sobre la importancia que tienen los pequeños ritos cotidianos para conciliar el sueño. Ritos de sueño los llaman, una expresión que a mí me suena a título de libro de poesía erótica.

Concedido: los humanos somos tipos rutinarios con tendencia al aburrimiento, de ahí el éxito de ciertas fórmulas televisivas. Pero también buscamos desesperadamente el asombro, nos gustan los regalos sorpresa, nos divorciamos de quien no es capaz de arrancarnos una exclamación de cuando en cuando, y nos enamoramos de los personajes "salvajes e impredecibles". "What are you gonna do now? Something wild and unpredictible?", le preguntaba ansiosa Miss O'Shaughnessy a Sam Spade-Bogart en El halcón maltés ("¿qué vas a hacer ahora? ¿Algo salvaje e impredecible?").

Sí, sorpréndeme, pero no tanto como para que me dé un patatús. Sorpréndeme lo justo para alegrarme el día, la mañana, el instante. Lo suficiente para animarme a seguir caminando con una sonrisa. Ése es el deseo que hay detrás de la propuesta "Arte en la calle" de La Caixa, con las orondas esculturas de Manolo Valdés en el centro de Zaragoza: dejar que la ciudad te alegre el día con algo inesperado que te haga ralentizar el paso y desviar la mirada de tus quehaceres.

En lugares excepcionales como la Expo uno espera ser sorprendido constantemente. Exige la sorpresa en sesión contínua, sin tregua. Ranillas ha de ser un sorpresódromo, y los visitantes pedimos a las meninges de sus responsables un esfuerzo mayúsculo para que no nos aburran.

Pero la Expo es un paréntesis abierto en la ciudad, y a la ciudad no le exigimos esa sorpresa. Es más, muchos le exigen justamente lo contrario: serenidad, seguridad, certidumbre, orden. La poesía chispeante, en Ranillas; la prosa notarial, en la ciudad.

Hoy, los zaragozanos han dejado colarse unos versillos en la dura prosa del día a día. Han rodeado las cabezas y las meninas de Valdés, las han tocado, han dejado que los niños corrieran alrededor de ellas y se han hecho fotos poniendo caras entre los agujeros del metal. ¿Por qué la ciudad no nos da más alegrías como esta de vez en cuando?

El festival En la Frontera, rescatado de los turbulentos años 80 en el primer mandato de Belloch y ajusticiado sin piedad por la actual Administración municipal, con los bolsillos más tiesos que la mojama después de la Expo, pretendía darle algo de alegría a Zaragoza periódicamente. Sí, muchos pasaban ante las performances y las intervenciones artísticas poniendo caras raras, sin saber qué diantres significaban, temiendo mostrar su perplejidad para no quedar como paletos insensibles, pero otros muchos simplemente se dejaban llevar, disfrutando de la sorpresa de encontrarse algo que, según nos han enseñado en la escuela y en las ordenanzas municipales, no debería estar ahí, en medio de la calle.

Las infraestructuras, las inversiones y la modernización del urbanismo de la ciudad están muy bien y son unos legados fantásticos que nos va a dejar la Expo. Pero, ¿alguien ha pensado que de Ranillas se podría rescatar también ese espíritu juguetón? ¿No deberíamos exigirle a la ciudad que nos sorprenda y nos alegre el día más a menudo?

Fotos: Carlos Moncín.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Son preciosas!!! Me las he encontrado esta mañana cuando iba al trabajo. Me han encantado las esculturas y me ha encantado su efecto en los paseantes: en todas las caras avababa dibujada un sonrisa...

Anónimo dijo...

Llego a tu blog, por Ecuardeno, recomendado. Y ha sido bien recomendado. Antes buscaba un blog serio sobre Zaragoza, y ya no busco más. Ciudad que me ha acogido y me apasiona.
Estoy de tu parte, la sensación festiva de la Expo debe perdurar contaminado a toda la ciudad. Es lo que tiene Madrid o Barcelona, que se inventan actos lúdicos y festivos la mayor parte del año. Pero veo un problema y es, que estas expociones callejeras y otros actos son patrocinadas por entidades públicas. ¿Porqué el Ayuntamiento de Zaragoza no puede acercase, como promotor principal de la ciudad, a este nivel de calidad artística representadas por bellas esculturas en la calle?

Anónimo dijo...

ACRey, si te gusta esta bitácora, pásate tambien por el blog original de Sergio (sergiodelmolino.blogia.com), porque no sé yo si las ranillas tendrán vida más allá de la Expo...

edubux dijo...

La expo me ha gustado ( Sólo me dió 2 horas para verla) ya sé que son pocas pero no tuve más por cuestiones de trabajo.
La impresión que me ha dado es que tiene mucho continente pero poco contenido.
Recomiendo ir a la gente del país pero no se me ocurriría con alguien por ejemplo de Alemania.
podéis ver las fotos que hice en mi pequeña visita en www.eduardobuxens.blogspot.com

¿De qué va este blog?

El asombro cotidiano de alguien que se siente turista en su propia ciudad. Armado con una cámara, el periodista de HERALDO Sergio del Molino capturará fotos y vídeos de la ciudad de la Expo (e incluso de la propia Expo) y los servirá aquí aliñados con sus balbuceos de hombre asombrado ante el progreso. A veces, en pequeñas dosis, como una tapa de anca de ranilla. Otras veces, en plato grande, hasta el hartazgo.

Podéis comentar cada entrada con libertad, pero el autor del blog se reserva el derecho de moderar las intervenciones, por eso pueden tardar un tiempo en aparecer en la página.

¿Quién lo escribe?

¿Quién lo escribe?
Sergio del Molino