FALSAS PROMESAS EN LA TORRE DEL AGUA

. 23 jun 2008

Vaya, vaya con la Torre del Agua. ¿Por qué la quieren tan poco? ¿Por qué la han dejado al otro lado de la avenida, en esa isla junto al teleférico? Desde fuera, parece la reina de la fiesta, nuestra particular y postmoderna Torre Eiffel dominando el nuevo skyline zaragozano, pero una vez dentro de Ranillas, se muestra como un ser algo marginado, como si se hubiera quedado sola en la puerta, abandonada por el resto de pabellones.


Por no haber, no hay baños a la vista, como ya se ha comentado en alguna ocasión. No sé si a estas alturas (de tiempo, no las de la torre) se ha subsanado ya la carencia, supongo que sí, pero si no es así, recomiendo hacer una visita al WC antes de cruzar la pasarela. Háganme caso y emprendan la incursión a la torre bien desahogados, que luego el rumor de las aguas y las abundantísimas referencias acuáticas pueden parecerles una sutil e insufrible tortura.

Recomendación número dos: lleven calzado cómodo, porque hay que andar. De hecho, no se puede hacer otra cosa si se quiere completar la visita.

Terminado el tramo de escaleras mecánicas, se llega al espacio donde cuelga la impresionante escultura "Splash". La visión entona y estimula al visitante, que quiere llegar arriba y disfrutar de las vistas. Como soy de natural vago, me dirigí a uno de esos ascensores panorámicos, pero una señal con el icono de una silla de ruedas me disuadió.
Me miré de arriba abajo, me palpé el cuerpo, y al no encontrar en él indicios serios de discapacidad, maldije mi buena mala salud y le di la espalda a los elevadores. Habrá que andar, me dije

Por suerte, el ascenso no se realiza por escaleras, sino siguiendo unas levísimas rampas que se enroscan por las paredes acristaladas del edificio. En el arranque de la rampa, como una esfinge, una voluntaria controlaba el paso. Temí que me pidiera resolver un acertijo o deshacer una paradoja antes de franqueármelo, pero su misión solo consistía en advertir: "Si empiezan a subir, tienen que llegar hasta el final, no pueden dar media vuelta. Son más de 900 metros, unos 17 minutos".

Contuve el escalofrío que atravesó mi espinazo ante la terrible admonición, me di ánimos y me dije: "Venga, tío, sin mirar atrás, to palante".
Enseguida descubrí un aliciente: la flecha que indica el camino a la cima lleva una leyenda que dice "Al Nube Bar". Oh, el Nube Bar. Qué sugerente. Todas las penurias de la escalada merecerían la pena si al final me esperaba el Nube Bar. Música chill-out, butacones y divanes orientados hacia el Moncayo, martinis agitados y no revueltos, quien sabe si alguna guapa actriz en traje de noche con la que alternar... Bien, de acuerdo, quizá se me fue un poco la mano con la ensoñación, pero no me digan que el nombre del bar no sonaba a promesa de felicidad.
Espoleado por mis febriles deseos, emprendí la escalada, disfrutando de las vistas que se abrían a derecha y a izquierda.
A la derecha, cambiantes perspectivas de la escultura "Splash" y juegos visuales de la colmena humana que subía y bajaba por las rampas, tal que así:


A la izquierda, una Zaragoza nunca vista, crecida en el llano acribillado por el sol, como un trigal de cemento que se resiste a encorvarse por la fuerza de los rayos y se mantiene calmo y firme. También aparecían al norte las ripas calizas que marcan el límite de la depresión del Ebro, con sus cortados duros encajonando el paisaje y enmarcando los huertos todavía verdes. La gente lo miraba todo tal que así:




Un agradable paseo. Quizá demasiado hermético, a ratos algo claustrofóbico. Parecía que en vez de ascender, bajábamos por las galerías de una mina. Eché de menos algo de contacto con el exterior, un poco de brisa que le recordara a mi piel que estaba en el techo de la ciudad. Supongo que la gente con vértigo agradecerá que no sea así.

Al fin, tras cerca de 20 minutos de paseo, alcancé el Nube Bar, y mientras meditaba qué cóctel premiaría mejor mi heroica hazaña escaladora (¿un dry martini, un gin tonic, una sencilla pero deliciosa cerveza?), la decepción me aplastó contra el suelo. De hecho, mi alma se desplomó los casi 30 pisos que tiene la torre.

Tras la promesa del nombre de Nube Bar no había chill-out, ni butacas y divanes orientados hacia espléndidas cristaleras, ni martinis agitados, ni siquiera revueltos, ni guapas actrices en trajes de noche. El Nube Bar solo es un dispensador de rancho. Y rancho malo: una cafetería de las de hacer cola y llevar tu propia bandeja, como las de las áreas de servicio de las autopistas o los comedores de un colegio.

¿Fue mi culpa imaginarme otra cosa? Me sentí como aquellos que ligan por Internet y acuden a la cita creyendo, por la foto y la descripción del mail, que van a encontrarse con Angelina Jolie, y quien aparece es Lina Morgan.

Así que hice como estos frustrados ligones de Internet: bajé la vista, procuré no ser visto y me di media vuelta sin presentarme.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

claro que no hay aseos, en una montaña rusa tampoco los hay, pero en la calle, hay uno a 15m a la deecha y otro a 20m a la izquierda.
¿que pasa, que a todo el mundo le entran ganas de mear justo cuando está a mitad de la torre?

Anónimo dijo...

Yo encontré un baño arriba, en el Nube Bar... :)

Anónimo dijo...

y dale...... que si que hay baños. Justo debajo del nube bar. Por cierto la situación de la torre del agua es perfecta, no se me ocurre un sitio mejor, más que nada porque no cabe dentro de la expo por la norma de las 25 hectáreas del BIE

Anónimo dijo...

El domingo visité la Torre del Agua y me pareció impresionante. El camino se hace largo, eso si y llegar arriba bastante cansado. Es cierto, que yo tambien esperaba que el bar estuviera o estuviese abierto y poder contemplar las vistas, pero mi vértigo lo agradeció. En cuanto a lo de que no hay baños...., me parece que no los buscastes bien, pues yo los utilicé. Hay baño en el Nube bar y tambien a mitad de la torre. Chico, vas a tener que volver!!

Anónimo dijo...

Lo que yo echo en falta es que no se pueda subir al "techo" de la torre (a esa zona donde subieron los reyes para el día de las fuerzas aramadas a propuesta del alcalde).
Desde allí tiene que haber unas vistas espectaculares de Zaragoza y del recinto, sólo tendrían que poner unas vallas. De esta forma merecería la pena subir aunque sólo fuera por esas vistas.
Tal y como está se queda un poco "escaso".

Anónimo dijo...

La de la incomprendida Torre del Agua es una historia de fantasias no cumplidas. La gente espera una azotea con diafanas vistas y encuentra que hay que retorcer mucho el cuello para ver algo decentemente y que es completamente imposible ver el Pilar y el recinto de la Expo desde arriba del todo. La gente espera agua cayendo por la fachada y se encuentra un edificio hueco, fururista y aseptico. se espera no-se-cuantas-cosas dentro y se encuentra con dos esculturas gigantes y una exposicion de esas "modernas" de imagenes pasando con textos breves y concisos.
Es el eterno problema de las expectativas y la realidad: igual no nos lo explicaron bien. Pero resulta que a mi me ha pasado al contrario, que tanto me hablaban de que no habia NADA y resulta que me encontre una torre llena de cosas... mas que cosas: sensaciones, ideas, emociones. Una escultura dentro de otra escultura, una exposición sobre el origen y el sentido del agua, la musiquita ambiental insistente, un polo de frutas del bosque despues de una "larga" caminata en un dia caluroso...podria mejorarse mucho, pero no esta tan mal com lo pintan.

Ciberno dijo...

Ciertamente, la Torre es preciosa, aunque echo en falta el no poder disfrutar de unas vistas sin obstaculos así como un bar más acorde con la arquitectura del edificio. Sería preferible que no existiera ya que visulamente estropea toda la perspectiva de la planta y produce ruidos molestos

Anónimo dijo...

No es por menospreciar el esfuerzo de tantos obreros y de un puñado de arquitectos, pero mas valdria haber invertido el dinero de los impuestos de tantos ciudadanos en permitir ir ir al colegio y hacer una carrera a un centenar de niños africanos con pocos recursos que haber construido un formidable edificio destinado a arrancarle un oh! que bonito o un !que alto a turistas.
Mi mas sincero pesamen por la muerte cerebral que deben padecer todas las personas que han escrito en este foro, dado a ke nadie se preocupa por nada de esto ni cae en la cuenta de que la torre del agua, podria haber salvado vidas.

¿De qué va este blog?

El asombro cotidiano de alguien que se siente turista en su propia ciudad. Armado con una cámara, el periodista de HERALDO Sergio del Molino capturará fotos y vídeos de la ciudad de la Expo (e incluso de la propia Expo) y los servirá aquí aliñados con sus balbuceos de hombre asombrado ante el progreso. A veces, en pequeñas dosis, como una tapa de anca de ranilla. Otras veces, en plato grande, hasta el hartazgo.

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