DEL SUSPENSO AL SOBRESALIENTE

. 8 jul 2008

Supongo que pasará en todos los saraos internacionales en los que se imponga a los participantes un pie forzado (en este caso, por si no se habían enterado, el pie forzado es el agua). Se parece mucho a una clase escolar que tiene que hacer un ejercicio sobre un tema. Hay alumnos que siguen a rajatabla el pie forzado, tanto, que resultan planos e insustanciales. Son correctos aunque sosos, el profesor no puede suspenderles, pero tampoco puede ponerles una nota muy alta. Los hay que se limitan a cubrir el expediente, salvando los muebles de forma chapucera e improvisada. Estos están al borde del suspenso. Otros alumnos se pasan el pie forzado por el forro y escriben lo que les da la gana, porque ellos están en la clase sin interés por lo que se hace en ella. Algunos miembros de este grupo pueden salvarse del suspenso en función de la jeta que le echen: si su desparpajo y cara dura son medianamente ingeniosos y hacen gracia al profesor puede que se libren.


Pero todos conocemos a ese grupo o a ese alumno privilegiado que aúna inteligencia, talento, capacidad de trabajo e imaginación en un mismo coco. Es ese tipo que coge el pie forzado pero lo reinterpreta a su manera y a su estilo, aunque sin pervertirlo un ápice. Trasciende las exigencias del ejercicio y, apoyándose en el pie forzado, crea una obra significativa, profunda e incluso emocionante. Son los estudiantes de matrícula de honor.

En la Expo se pueden encontrar participantes-alumnos de todos esos grupos.

Entre los alumnos que se han ceñido estrictamente al tema del agua pero sin esforzarse por aportar nada medianamente atractivo u original están -en mi humilde opinión- Portugal, Francia y algunos de los países englobados en el pabellón de América Latina. Portugal ha resuelto el espacio hablando de sus ríos, que nacen en España, con una serie de fotografías y paneles. Francia ha llenado de juegos interactivos sus dos pisos de pabellón y, en un primer momento, parece que se lo ha currado mucho, pero después de tocar unos cuantos cachivaches y sentir lo que siente una gota al ser desalada, uno se queda con la sensación de que lo que realmente hay ahí es un stand de promoción turística de los departamentos pirenaicos, con folletos por todas partes. Están bien, pero uno no puede evitar pensar que falta algo. Incluiría en esta categoría de "notable bajo" a Bélgica (pese a las fantásticas cervezas que sirve en su bar, y que le hacen merecedora de una nota mucho más alta) y a Polonia. Ojo, que no es que los ejercicios de estos alumnos estén mal. Es que, estando bien, da la impresión de que podrían estar mucho mejor.

China sería un buen ejemplo de ese grupo que hace el ejercicio deprisa y corriendo. ¿De qué va esto, de agua? Pues venga, rápido, móntenme unas cuantas cosas acuáticas con muchas pantallas y acabemos pronto. Parece que la compleja relación que una cultura rica y milenaria como la China ha tenido con sus larguísimos ríos y sus épicas inundaciones monzónicas, con sus campos de arroz, sus embarcaciones tradicionales y con todo lo que se les venga a la cabeza, daba para algo más que para unas cuantas pantallas que ni siquiera son interactivas (en una Expo donde todo es táctil y juguetón). China aprobaría por los pelos.

Entre los jetillas que pasan de todo pero aspiran a que su cara dura caiga simpática al profesor están Malta, Qatar y Lituania, con desigual valoración. A Malta le daría, sin duda, un suspenso: su pabellón no es más que un stand de Fitur, de promoción turística del país. El tema del agua no aparece ni mirándolo del revés. Han ido a vender los encantos turísticos de su país y lo demás se la trae al fresco. Podían haber disimulado un poco, como han hecho otros países.

Qatar y Lituania, en cambio, aprobarían por salerosos. La escuela es así de injusta: hay que contar con el humor subjetivo del profesor, que favorece a quien le cae simpático, aunque probablemente no lo merezca académicamente. A Qatar le salvan sus altísimos azafatos qataríes vestidos de blanco inmaculado. Mis amigas dicen que están buenísimos. Punto a su favor. A Qatar también le salva el té que sirven gratis y la tontería de que te escriban tu nombre en caracteres árabes, con una caligrafía preciosa. Una licencia de feriante de pueblo que siempre triunfa.

Lituania se libra del suspenso porque, aunque tampoco ha sido muy escrupuloso con el pie forzado y ha venido a Zaragoza a vender sus lindezas turísticas (y sus gestas baloncestísticas), es el pabellón ideal para toda la familia. La fuente de su interior, idéntica a la que hay en la plaza temática Oikos, es el entretenimiento perfecto de los niños. Y mientras los chavales se remojan y corretean entre los chorros, los papás pueden reponer fuerzas con una fantástica cerveza lituana o con un vaso de sidra de pera, que ya he mencionado en este blog como una de las mejores cosas que se pueden probar en la Expo. El bar, integrado en el pabellón, tiene muy buen ambiente.

Por último, entre los que merecen el sobresaliente, hay dos que, a mi juicio, pueden disputárselo: Marruecos y Tailandia. Muy en especial, Marruecos.

Los vecinos del sur del Estrecho no solo han creado un agradabilísmo espacio moruno-andalusí con sus columnas y sus arcos de herradura, que se agradece con la canícula, sino que, como alumnos aplicados, han trascendido el pie forzado del agua y lo han reinterpretado. Así, han traído una estupenda exposición de cerámica del Rif y de otras regiones marroquíes para ilustrar de una forma estética, histórica y dramática la relación que los marroquíes han tenido con el agua: vasijas y cántaros que han cruzado el desierto y las ásperas montañas y que han marcado un modo de vida. Una agradable sorpresa muy bien pensada.

Con Tailandia, el profesor dudaría si ponerle un sobresaliente o dejarlo en notable alto, porque la verdad es que algunos aspectos de la presentación dejan un poco que desear, museísticamente hablando, pero se agradece mucho el esfuerzo que han puesto en otros detalles. De hecho, dudo muchísimo si incluirlo aquí, porque lo cierto es que no tengo muy claro qué es lo que de verdad me ha gustado. Supongo que el trono que van a regalar a la ciudad (¿dónde lo pondrán?) y la escultura del Árbol del Agua. Las barcas de transporte fluvial expuestas son muy interesantes. Es pobre, cierto, y los maniquíes de la entrada dan un poco de mal rollo, pero uno sale de allí con una buena sensación.

Aunque parezca mentira, todavía no he visto todos los pabellones, así que conforme los vaya viendo, los incorporaré a alguna de estas categorías. ¿Y vosotros? ¿Qué notas pondríais a los pabellones que habéis visitado? Sin cortaros, que las notas son subjetivas, no tenéis por qué coincidir ni con mis apreciaciones ni con las de nadie. Por supuesto, me reservo el derecho de cambiar de opinión en sucesivas visitas, según el talante del día.
Fotos: Oliver Duch, Noelia San José, Pedro Etura.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No estoy del todo de acuerdo contigo. Creo que Francia se merece más nota, porque se ha currado los juegos sobre el agua, y porque ese rollo interactivo me parece divertido y muy Expo. A Tailandia, sin embargo, no le daría el aprobado. El trono es bonito, de acuerdo, pero el pabellón es sosito, sosito. Se lo podían haber trabajado un poquito más. Ah, y en mi lista de buena nota, pero solo por ser saleroso, pongo al pabellón de Acciona. No tiene nada, pero el montaje que te permite 'pisar' la proyección me parece genial.

Anónimo dijo...

Estoy contigo "anonimo". Yo estuve ayer en tailandia y lo dejo para la reválida de septiembre. A ver, el vetiver no es tan "hermoso" como dice el panel de la entrada. Aunque desde luego el gusto es algo -comprobado- absolitamante geográfico y tampoco tengo mucho que decir. Me gustaron, eso sí, las sillas: unas cajas cuadrada con la silueta de silla dibujada... Supongo que un objeto lo es, no por su forma, sinon por su función...

El de Japón, tanto que se habla de él, aprueba justito. El video del principio, ni justifica las filas que hay que esperar ni está a la altura de lo que podrían haber hecho. La segunda parte ya está mejor, pero las filas y el video, por más artificios que tenga pesan mucho...

Bulgaria, Vietnam, y algunos así, suspenso. Creen que poner un estanque a los pies de la tarima de la actuación vale. Pues no. Si la redacción es pobre y corta, da igual la canidad de fotos que pongas. A mi me suspendieron un monmton de trabajo así en la escuela...

Dentro de un rato más...

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El asombro cotidiano de alguien que se siente turista en su propia ciudad. Armado con una cámara, el periodista de HERALDO Sergio del Molino capturará fotos y vídeos de la ciudad de la Expo (e incluso de la propia Expo) y los servirá aquí aliñados con sus balbuceos de hombre asombrado ante el progreso. A veces, en pequeñas dosis, como una tapa de anca de ranilla. Otras veces, en plato grande, hasta el hartazgo.

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